Una de las habilidades más valoradas por las empresas entre los candidatos/as es la de saber trabajar bajo presión. Es algo que está muy presente desde el principio del proceso de selección e incluso suele comentarse en las entrevistas de trabajo, ya que puede resultar clave para desempeñar determinados puestos de trabajo donde las tareas se solapan entre sí y existe una gran responsabilidad.
Saber trabajar bajo presión no es otra cosa que realizar el trabajo que tienes que desempeñar en tu puesto aunque el contexto no sea favorable. Hay algunas profesiones más propensas, pero por regla general, puede darse en cualquier sector y puesto de trabajo.
Trabajar bajo presión es una habilidad que se aprende, o incluso podríamos decir que se entrena, ya que a medida que vayas haciéndolo verás que cada vez lo haces mejor y eres más eficaz realizando tus tareas bajo presión. Sin embargo, no existe una fórmula mágica para llegar a ese punto en el que no pierdes energía, controlas los nervios y eres capaz de obtener excelentes resultados bajo presión, pero sí hay algunos consejos que puedes seguir para mejorar tu desempeño en situaciones de mucho estrés.
Trabajar bajo presión no es sinónimo de vivir inmerso en el caos, ni de ir de una tarea a otra sin ningún orden. Las personas que saben trabajar bajo presión tienen su tiempo y sus tareas organizadas perfectamente, de manera que saben qué tareas son más importantes y requieren de su atención inmediata; y cuáles no.
Lo fundamental es clasificar todo lo que tienes que hacer y resolver en primer lugar lo que es urgente y dejar para más adelante todo aquello que no lo sea. Si trabajas sin ninguna planificación no lograrás alcanzar tus objetivos, ni llegarás a tiempo. Eso no significa que no sepas trabajar bajo presión, sino que te falta organización. Pon en marcha un sistema de gestión de tiempo y de tareas como la matriz de Eisenhower y pronto comenzarás a notar grandes resultados.
Otro aspecto básico que te ayudará a determinar qué tareas son las que requieren tu atención inmediata y cuáles pueden esperar es que analices la situación con la mente fría para averiguar qué asuntos pueden desembocar en un problema grave o de mayor magnitud si no se gestionan a tiempo. Esos son los primeros que tienes que resolver.
Cuando estás desarrollando una tarea o trabajando en un proyecto, ten siempre en cuenta todos los posibles escenarios que se pueden dar. Por ejemplo, si eres diseñador gráfico y estás trabajando en una propuesta para un cliente. Ten en cuenta los posibles escenarios (que le encante y te pida directamente el arte final, que te pida que cambies colores, disposición de los elementos o fuentes de texto, que no le guste nada y tengas que hacer otra propuesta…) y ten organizado y a mano todo el material que necesitas para afrontar cualquier escenario (archivos editables, diferentes imágenes, otros recursos gráficos que puedas añadir, diferentes fuentes de texto…). De esta manera no te pillará desprevenido/a y podrás poner en marcha toda la maquinaria para afrontar la situación de forma resolutiva y lo más ágil posible.
Desconectar del trabajo es necesario para tomar perspectiva y volver con las pilas cargadas. Esto no significa que tengas que esperar a irte de vacaciones para desconectar tu mente del trabajo, también puedes y debes hacerlo cada día cuando terminas tu jornada laboral.
Esto aunque parezca sencillo de hacer, en realidad a muchas personas les cuesta mucho y nunca terminan de lograrlo al 100%. Una cosa es dejar de trabajar y otra cosa muy distinta es desconectar la mente del trabajo una vez que hayas terminado tu jornada laboral. Para ello, es preciso que en tu tiempo libres realices actividades que te permiten descargar la tensión acumulada y que te hagan feliz. Puede ser realizar algún tipo de deporte, acudir a clase de pintura, ir al cine o, sencillamente, disfrutar de tu música favorita mientras observas el paisaje. Desconectar y permitirle a tu mente que descansa, te ayudará a enfocarte en el trabajo y estar concentrado cuando vuelvas a la oficina.
Al final sabes que sacarás el trabajo adelante, como siempre haces, pero en situaciones de mucho estrés es normal que dudes de tus habilidades, eso quiere decir que quieres hacerlo bien porque estás comprometido/a con tu trabajo. Para afrontar lo mejor posible estas situaciones, lo fundamental es que no te dejes llevar por esa ola de emociones pasajeras y te concentres en tu objetivo final, sacar el trabajo adelante.
Confía en tus habilidades porque si tienes ese trabajo es porque puedes hacerlo, de lo contrario, no estarías ahí. Es completamente normal que en situaciones de mucho presión o sobrecarga de trabajo tu confianza se tambalee, pero es en esos momento cuando resulta fundamental no perder el foco y visualizar el éxito para alcanzarlo. ¡Confía en ti y lo lograrás!
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