Los consumidores están cambiando sus hábitos de compra para premiar a las empresas sostenibles y usan las redes sociales para boicotear a las que no lo son.
Recientemente una conocida cadena de supermercados alemana anunciaba que no vendería ni un huevo más procedente de gallinas enjauladas en sus establecimientos. La empresa aseguraba que los huevos que venderá a partir de ahora proceden de gallinas que se mueven con total libertad dentro de un corral. Esta medida responde a la creciente preocupación de los consumidores españoles en torno a las condiciones en las que se crían las gallinas que, a su vez, ponen los huevos que compramos en los supermercados.
De la misma manera, hace unos días el gigante del automóvil sueco anunciaba que a partir de 2019 todos los nuevos modelos de coches que fabrique serán híbridos o electrónicos. Lo que supone un auténtico avance hacia el transporte sostenible y la eliminación de los motores diésel y de gasolina que tantos problemas de contaminación causan, sobre todo, en los grandes núcleos urbanos.
Estos son algunos ejemplos que recientemente hemos podido leer en prensa sobre empresas que comienzan a oír las necesidades de su entorno y las preocupaciones de la sociedad de la que forman parte. Al final de cuentas, estos son sus potenciales clientes, de modo que no resulta nada descabellado darle lo que pide, adaptando la oferta a la demanda que existe.
CAMBIO DE TENDENCIA EN LOS CONSUMIDORES
Un 20% de los consumidores afirma que el precio es el elemento determinante para decidirse por una marca o por otra a la hora de comprar según los datos de un estudio reciente. Este porcentaje en 2015 era del 30% según el mismo estudio. ¿Qué es lo que ha pasado en estos dos años? ¿Qué es lo que está provocando un cambio en las tendencias de los consumidores?
Hoy 2 de cada 10 personas deciden qué producto comprar por el precio. En 2015, eran 3 de cada 10.
Hoy en día casi el 50% del valor de una marca reside en cosas que no podemos tocar. Estos bienes intangibles que posee una empresa y que suponen la mitad de su valor de mercado están constituidos por: las emociones que transmiten en los consumidores, la reputación, la imagen, el talento y recientemente, se ha incorporado otro valor, la sostenibilidad. O lo que es lo mismo, que la fabricación de los productos que esa empresa comercializa pueda mantenerse durante un largo periodo de tiempo sin agotar los recursos o causar daños graves al medio ambiente, así lo define la RAE.
Los consumidores valoran que la fabricación de los productos que compran sea sostenible para el medio ambiente.
Si lo comparamos con lo que pasaba hace un par de décadas, en los 90 las marcas se construían en base a los productos que vendían en el mercado. A ninguna se le ocurría explicar cómo los fabricaba o cómo se hacían. Hoy, sin embargo, a las empresas se les exige un mayor compromiso con la sociedad y su entorno. Queremos empresas que no solo piensen en enriquecerse, sino que tengan conciencia social, que respeten los medios naturales que utiliza para la fabricación de sus productos y sea responsable con el uso que hace de ellos.
CLIENTES SILENCIOSOS VS PRESCRIPTORES DE MARCA
Hoy en día si una empresa quiere ganarse la aprobación de sus clientes tiene que tener buenos productos y de calidad, ¡eso está claro! Pero también tiene que respetar el medio ambiente y apoyar a los colectivos más desfavorecidos si desea provocar reacciones positivas entre las personas que consumen sus productos.
Al final de cuentas, todos saldremos ganando, consumidores y empresas. Ya que las organizaciones que hagan bien las cosas recibirán, en contrapartida, los aplausos públicos de sus consumidores a través de los medios sociales. Los clientes que antes no tenían nada que decir sobre sus productos, ahora se convertirán en una legión de orgullosos prescriptores de marca. O lo que es lo mismo, personas que recomiendan el uso de un producto porque les funciona, les parece que encaja con su estilo de vida sostenible y no tiene problema en reconocerlo públicamente a través de su perfil de Instagram o Twitter.
Ahora las compañías que fabrican productos ya no pertenecen a los Departamentos de Marketing y las empresas lo saben. Las organizaciones están obligadas a ser abiertas y escuchar a las redes sociales, es ahí donde verdaderamente va a averiguar el éxito o el fracaso de un producto. Es ahí donde encontrarán respuesta en tiempo real al boicot en las ventas de su producto estrella porque contiene, por decir algo, aceite de palma entre sus ingredientes.
Ahora las empresas están obligadas a ser abiertas y escuchar las redes sociales.
Si algo de repente no se vende, sabrán inmediatamente el motivo y podrán tomar decisiones, como por ejemplo, eliminar el aceite de palma de todos sus productos y fabricarlos a partir de ahora con aceite de oliva 100% de producción ecológica, para recuperar así, la confianza de sus clientes.
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